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El Mundial 2026: El torneo Más Caro de la Historia por su Expansión y Precios Desorbitados

Imagen por Cortesía

El Mundial de Fútbol 2026, que se disputará entre Estados Unidos, Canadá y México, se perfila como el evento deportivo más costoso de la historia de la competición, con un presupuesto operativo estimado en al menos 2.500 millones de dólares solo en logística y gestión de estadios, según proyecciones de la FIFA. Esta edición ampliada a 48 selecciones y 104 partidos –frente a los 64 de Qatar 2022– multiplicará los gastos en producción televisiva, tecnología VAR y seguridad en 16 ciudades anfitrionas, superando con creces los 15.000 millones de dólares invertidos en el torneo anterior, incluyendo infraestructura. La decisión de expandir el formato, aprobada en 2017, busca mayor inclusividad global, pero analistas advierten que el costo total podría rozar los 20.000 millones de dólares, impulsado por la inflación post-pandemia y la ambición de la FIFA de generar 8.900 millones en ingresos. "Es un salto cualitativo en escala y ambición", declaró Gianni Infantino, presidente de la FIFA, defendiendo la inversión como clave para el "futuro del fútbol mundial".

El precio de los boletos representa el rostro más visible de esta escalada económica, con entradas para la final en el MetLife Stadium de Nueva Jersey que oscilan entre 2.030 dólares para la categoría más baja y más de 7.000 dólares para las premium, un incremento del 900% respecto a los 455 dólares de la final en Qatar. La implementación pionera del "precio dinámico" –inspirado en modelos de aerolíneas y conciertos– ajustará los costos en tiempo real según la demanda, elevando ya boletos para semifinales en Dallas a 3.295 dólares, mientras que paquetes de hospitalidad en Toronto parten de 15.975 dólares. Críticos como la Fans Europeos lo tildan de "privatización del fútbol", argumentando que excluye a fans de bajos ingresos, especialmente de naciones emergentes, y que el 15% de comisiones en la reventa oficial de la FIFA agrava la brecha. Partidos de las sedes anfitrionas, como los de la USMNT, ya superan los 2.700 dólares, haciendo del seguimiento completo de un equipo un lujo que podría costar más de 10.000 dólares por persona.

A estos gastos se suman los desafíos logísticos de un torneo transfronterizo: vuelos internos caros en Norteamérica, hoteles inflados en ciudades como Los Ángeles o Toronto –donde una noche durante el evento podría superar los 500 dólares– y requisitos de visa estrictos bajo la administración Trump, que complican el acceso para millones de aficionados internacionales. La FIFA estima que el impacto económico global alcanzará los 13.000 millones de dólares en el ciclo 2023-2026, con patrocinios y derechos de transmisión rompiendo récords, pero las ciudades anfitrionas asumen riesgos millonarios en remodelaciones de estadios como el SoFi de Los Ángeles o el Azteca de México, con costos que podrían dejar legados endeudados si no se maximiza el turismo post-evento. Expertos en sostenibilidad advierten que, sin un manejo cuidadoso, el "mayor Mundial de la historia" podría convertirse en un elefante blanco financiero, priorizando ganancias sobre accesibilidad.

A pesar de las críticas, la FIFA insiste en que el 90% de los ingresos se reinvertirá en el desarrollo del fútbol global, incluyendo 896 millones en premios para equipos y bonos operativos. Sin embargo, con el sorteo del calendario ya realizado y ventas de boletos en lotería que dejan fuera a millones, el torneo despierta un debate ético: ¿es este un Mundial para el mundo o para los privilegiados? Mientras fans de Europa y América Latina calculan presupuestos prohibitivos –viajes que podrían duplicar los de Qatar–, el 2026 promete ser no solo el más grande, sino el más polarizante, un reflejo del capitalismo deportivo en su máxima expresión.

Redacción



  



  

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