Presentan diagnóstico sobre estigmatización de personas desaparecidas

Los estigmas sociales que pesan sobre las personas desaparecidas y sus familias han sido documentados en un diagnóstico del CUDJ del ITESO, que deja constancia de cómo, desde la autoridad, hay interés por perpetuar estos discursos. Se trata de un intento por comenzar a cambiar la narrativa imperante
Hay un par de tenis blancos al pie de una silla. En el respaldo, un papel: “En algo andaba”. Allá se ven unas sandalias, unos zapatos, otros tenis, unas pantuflas. Más papeles: “Señora, hay que cuidar a los hijos”, “¿Quién le manda estar trabajando a esa hora?”, “Todo por no trabajar en algo decente”, “Esto nomás le pasa a gente que anda en malos pasos”. Calzado y papeles están en el auditorio M del ITESO, son símbolos de una realidad doblemente dolorosa: los zapatos simbolizan a las personas desaparecidas; los papeles, los señalamientos que deben soportar quienes les buscan. Estos señalamientos fueron documentados en Nadie merece desaparecer, diagnóstico sobre la estigmatización social que padecen las víctimas de desaparición y sus familias, que fue presentado por la universidad jesuita de Guadalajara.
La publicación del diagnóstico corrió por cuenta del Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia Francisco Suárez, SJ (CUDJ), del ITESO, con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). La investigación fue coordinada por la antropóloga Concepción Sánchez. La académica explicó que la investigación deja ver que la estigmatización “no es un proceso casual, sino que es sistemática, sobre todo desde las autoridades, que ponen el foco en la víctima y no en el delito como una excusa para evadir la búsqueda y alentar la no denuncia”. La investigadora también afirmó que este discurso, que culpabiliza a las víctimas y a sus familiares, “contribuye a un alejamiento entre quienes no han sufrido una desaparición y quienes ha sido víctimas. Es un relato generado con el objetivo de invisibilizar”.
En 135 páginas, el diagnóstico enmarca teóricamente el problema de la desaparición y los discursos oficiales en torno a este delito, pero sobre todo da voz a las familias que buscan a sus seres queridos, siendo las madres las encargadas principales de llevar a cabo las búsquedas.
“Se trata de una investigación que es una reflexión y un llamado a la acción, una investigación puesta a disposición de los actores en esta problemática, porque la estigmatización afecta en todos los ámbitos, pero tiene consecuencia en el actuar de las autoridades”, dijo Alejandra Nuño, directora del CUDJ del ITESO. Señaló que la presentación del diagnóstico se enmarca en la jornada de reflexión impulsada por el Sistema Universitario Jesuita, así como en el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada —30 de agosto—; el aniversario de la toma de la catedral metropolitana de Ciudad de México a manos del Comité Eureka —el primero en alzar la voz para exigir el regreso de sus desaparecidos— en agosto de 1978, y el aniversario del CUDJ, creado en agosto de 2019.
Para Andrés Marcelo Díaz, quien acudió en representación de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Nadie merece desaparecer es un documento importante porque “hacía falta la vinculación de la academia con las familias, los activistas, la sociedad civil. Es una muestra de una buena práctica de lo que hay que hacer desde la academia”. El funcionario del organismo internacional dijo que la estigmatización no es nueva, sino que se puede rastrear hasta los días de la llamada guerra sucia en los setenta, y afirmó que obedece a “un modo de operar anclado a las estructuras de poder y al modelo punitivista que sigue la lógica del castigo y de la culpa”.
Por su parte, Camilo Ovalle, de la Dirección G