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El tiempo que tenemos, una bonita lección de vida en pantalla

Imagen por Cortesía

El tiempo que tenemos es una comedia romántica diferente, que por más que caen en clichés propios del género, tiene una forma de contarse muy original, y que apoyándose en la tremenda química de Garfield y Pugh, termina siendo una película conmovedora, emotiva, que definitivamente sobresale en lo que se ha visto del género, hasta el momento en este 2024, una cinta que es una genuina sorpresa en cartelera y que ha recabado muchas lágrimas en las salas y merecidas buenas críticas, por arriesgarse a salirse del molde, de lo que la audiencia quiere fácil.

La película nos presenta la historia de amor de Tobias (Andrew Garfield) y Almut (Florence Pugh). Él, un hombre divorciado que trabaja en una multinacional, y que poco a poco se va volviendo a poner en pie. Ella, una reconocida chef, que tiene la ambición de dejar huella en su mundo. Un día, la casualidad los une, y poco a poco irán viviendo momentos de mucha felicidad, pero también tragedias y golpes que los pondrán a prueba como una pareja en la que el amor será puesto a prueba.

Y el gran acierto de la película, es que no es contada de manera lineal. Sin temor, da saltos en el tiempo, para mostrar fragmentos de los pasos que va viviendo la pareja. Porque justo, hace valorar los recuerdos y vivir el momento, porque todo es el tiempo que tenemos, el tiempo es finito y limitado, por eso, es importante atesorar cada momento, ya sea feliz o triste, porque al final, se siente que la película nos va dando lecciones humanas, tan humanas que es muy fácil identificarnos, conmovernos y sentir que algo puede cambiar dentro de nosotros, porque ese poder tiene este tipo de cine.

Se siente como una alegoría al único momento inevitable en la vida. El momento final, ese día en el que recordaremos todos esos momentos que nos hicieron quienes somos, esos momentos que nos marcaron en la vida, difíciles y felices, para bien y para mal. Eso es lo que la hace sobresalir y sentirse distinta, porque nos reta a ir hilando las emociones, ir armando un rompecabezas con los fragmentos de los recuerdos de Tobias y Almut, y lo más importante, es que no se siente que algo sobre o que nos pueda llegar a confundir. Al contrario, es una película que atrapa.

Y claro, lo de Pugh y Garfield es sobresaliente, tienen mucha química en pantalla, y brindan muy buenas actuaciones, aunque es Pugh, quien al final se la lleva, cargando con un rango emocional mayor y muy distinto al de Garfield, que en ocasiones lo vemos pasar a segundo plano, pero siempre entendiendo su importancia en la historia.

Como dije, no está exenta de caer en los clichés propios del género, y a veces puede parecer una montaña rusa de emociones que no da tregua, pero es una película diferente, arriesgada, única y que vale mucho la pena ver en el cine.

Oscar Beltrán



  



  

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